En medio de una creciente tensión internacional, el presidente ruso Vladímir Putin ha estado fuera del ojo público durante 12 días, lo que ha generado especulaciones sobre su paradero y estado de salud. Este período coincide con una escalada de amenazas nucleares por parte de Rusia, mientras Ucrania utiliza misiles de largo alcance proporcionados por Occidente para atacar objetivos estratégicos en territorio ruso.
Putin, de 72 años, fue visto por última vez en el Foro Valdai el pasado 7 de noviembre, donde expresó su disposición para negociar el fin de la guerra en Ucrania y elogió a Donald Trump tras su supuesta victoria electoral. Desde entonces, han circulado rumores sobre su paradero, que van desde un retiro en un búnker hasta posibles problemas de salud o vacaciones secretas.
Según el canal Faridaily Telegram, especializado en seguir los movimientos del mandatario, las recientes apariciones televisadas de Putin habrían sido pregrabadas hace meses. Estos «productos enlatados», como se les conoce, buscan mantener la ilusión de un presidente activo en medio de reuniones y eventos oficiales. Sin embargo, inconsistencias en las imágenes, como cambios en el aspecto de los participantes o datos desactualizados, han reforzado las sospechas sobre su autenticidad.
El Kremlin ha evitado dar explicaciones detalladas, limitándose a publicar videos editados y declaraciones indirectas. Mientras tanto, las amenazas de un conflicto nuclear se intensifican. La nueva doctrina militar rusa, que permite ataques nucleares preventivos incluso contra potencias no nucleares, ha alarmado a la comunidad internacional.
En contraste, Alina Kabáyeva, pareja de Putin y excampeona olímpica, ha sido vista en Qatar, alejando aún más el foco de atención del mandatario. En Moscú, su ausencia alimenta las especulaciones sobre posibles luchas internas y decisiones estratégicas en el marco de la guerra con Ucrania.
Putin enfrenta no solo el desafío de mantener su liderazgo durante esta crisis, sino también las expectativas sobre la posible influencia de Donald Trump en el conflicto, mientras Ucrania sigue recibiendo apoyo militar de sus aliados occidentales.